miércoles, 27 de enero de 2010

Menudas Historias (I): BLAS DE LEZO, EL DÍA EN QUE PERDIERON LOS INGLESES

«Si quisiéramos imaginar el perfecto héroe militar, uno de los principales candidatos sería don Blas de Lezo. De hecho, si perteneciera al mundo de habla inglesa, numerosas películas y libros ya lo habrían inmortalizado.»

Dan Snow, historiador ingles.


En estos últimos meses en que nuestros atuneros han venido siendo hostigados y apresados en los mares del Índico, uno no puede sino acordarse de tantos marinos ilustres como nuestra nación ha dado. Incluso la maestría, el arrojo y la determinación de aquellos lobos de mar hubiesen sido ineficaces ante las políticas de buen rollito, flor en el fusil y transformación en ONG que alimentan la concepción gubernamental de la Defensa. Ya pudiese haber tenido ZP a su mando a D. Álvaro de Bazán, Churruca, Gravina, Alcalá- Galiano… su Armada seguiría sin apresar un solo pirata somalí. Los magníficos militares que hoy se embarcan bajo nuestras banderas pueden estar orgullosos de su capacidad y profesionalidad; sólo una visión infantil y acomplejada de quienes les mandan les dificulta reclamarse herederos de los citados, y de algún otro injustamente olvidado, como el protagonista de nuestra Historia de hoy: Blas de Lezo y Olavarrieta.

Nuestro personaje nació en la guipuzcoana villa de Pasajes el 3 de Febrero de 1689.Con tan solo 12 años, sintió la llamada del mar, y se alistó como Guardiamarina en la flota francesa dirigida por el Conde de Toulouse, durante la Guerra de Sucesión Española. Frente a Vélez- Málaga tiene su bautismo de fuego, ciertamente oneroso, pues un cañonazo siega su pierna izquierda. Por su valor en éste y otros combates, es ascendido en 1704 al empleo de Alférez de Navío, cargo en el que, prestando servicio a bordo de varios buques, apresa un elevado número de navíos ingleses y corsarios.

En 1711 es requerido para la defensa de Santa Catalina de Tolón, lance del que vuelve a salir victorioso, al precio de la pérdida de un ojo. No acaba ahí la siega corporal de Blas, pues una desafortunada herida durante el segundo sitio de Barcelona (1714) obliga a la amputación de su brazo derecho.

Para finales de la Guerra de Sucesión tenemos a nuestro Blas hecho un “medio hombre”, apodo con el que se le conocía en círculos marineros, tuerto, manco y cojo. En cualquier caso, su menguado físico no impide que la estrella de su fama comience a ascender muy alto, sobre todo entre sus enemigos, que empezaron a tomar la determinación de virar por avante y dar media vuelta cada vez que el catalejo mostraba la silueta de un barco español en cuyo puente se sospechara que pudiese ir el vasco.

Toma Orán, reconquista Mallorca (cuya guarnición prefiere rendirse a luchar) y apresa, entre otra veintena, al emblemático navío británico “Stanhope”. Blas de Lezo empieza a ser todo un personaje entre los ingleses, que lo consideran invencible (con justicia, pues es junto a Álvaro de Bazán el único marino que jamás arrió su bandera en batalla alguna.

Antes de ser destinado a las Indias, es requerido para recuperar un tesoro de dos millones de pesos que habían apresado los genoveses. Se planta frente al puerto, demanda el embarque de las monedas en sus barcos y, no contento con conseguirlo, exige a la ciudad de Génova que despida a su flotilla haciendo homenaje a la bandera española. Ni que decir tiene que los genoveses, tan políticos, prefieren hincar la rodilla por las buenas que por las malas: devuelven el dinero y rinden homenaje a la bandera española.

En 1737 es nombrado Comandante General de Cartagena de Indias, lugar en el que llevará a cabo su mayor hazaña, ésa que retrata el día en que perdieron los ingleses.

El conflicto en el que tuvo lugar el asedio de Cartagena de Indias es conocida como “La Guerra de la Oreja de Jenkins”. Esto es así porque el Capitán de Navío Juan de León capturó un corsario inglés, al mando de un tal Jenkins, que operaba por la Florida. Al parecer, Juan de León cortó una oreja al inglés, y le dijo algo así como: “Vete de vuelta, enséñasela a tu rey, y dile que le haré a él lo mismo si se acerca por aquí”.

El incidente es tratado en el parlamento británico, que decide responder a la afrenta declarando la guerra a España. Por fin los ingleses habían encontrado la excusa que buscaban para cortar de raíz la todavía hegemónica posición española en el comercio de ultramar.

La plaza elegida es Cartagena de Indias, enclave estratégico que controla el acceso al Golfo de México y desde el que se hostiga a las Antillas.
Al mando de la encomienda, el Almirante Vernon, con una impresionante fuerza a su cargo:
8 navíos de tres puentes , de 80 a 90 cañones; 28 navíos de dos puentes, de 50 a 70 cañones; 12 fragatas de 40 cañones; 2 bombardas; 130 barcos de transporte; 6.237 soldados ingleses; 2.763 soldados norteamericanos (al mando del hermanastro de George Washington); 1.000 macheteros jamaicanos; 12.600 marineros; 2.620 cañones navales y 1.380 cañones de tierra. En total, 180 embarcaciones, 23.600 combatientes y unas 3.000 piezas artilladas. Una armada bastante superior a aquélla que, 150 años antes, había desplegado Felipe II y la que ellos (porque fueron ellos) bautizaron como “Invencible”. De hecho, habrá que esperar más de 200 años, cuando en 1944 los aliados efectúan el Desembarco de Normandía, para que los mares vean un despliegue superior.

Enfrente…Blas de Lezo, con 6 barcos y unos 2.000 hombres.
Llegados a la bocana del puerto, y visto lo menguado de la defensa, las noticias vuelan, se da por segura la victoria, y en la metrópoli londinense empiezan a producirse fiestas y celebraciones. A tal nivel que el mismísimo Rey, Jorge II, ordena la acuñación de monedas conmemorativas del hecho con las leyendas: «Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1 de abril de 1741» y a «La arrogancia española, humillada por el almirante Vernon». En ellas se podía ver la efigie de Blas de Lezo humillado, arrodillado (y curiosamente entero) ante Vernon. Por fin, el diablo español, la pesadilla del mar, recibía lo suyo.

El mismo día de su llegada, 31 de Marzo, Vernon escribe a su esposa:
"Después del glorioso éxito que le ha complacido favorecernos a Dios Todopoderoso, de Cuyas múltiples gracias espero no ser olvidado nunca, no puedo dejar pasar la oportunidad de escribir una carta que envío a casa para haceros saber las gratas noticias, aunque con las prisas presentes no tengo mucho tiempo para entrar en detalles.... "

Y es que, en ocasiones, los detalles acaban siendo sustancia. Tras ¡67! días de cañoneo sin provocar que decaiga el ánimo de los defensores, Vernon decide entrar en Cartagena al asalto. Lamentablemente para él, no puede accederse al puerto, pues Blas de Lezo ha hundido los 6 barcos con los que contaba en la bahía, haciendo imposible la navegación, y ha montado sus cañones en tierra firme. Comienza el infierno británico, la toma de la ciudad se revela una utopía. La plaza resiste, inteligente y ardorosamente defendida, con Blas de Lezo yendo incansable, a la pata coja, de punto a punto de la muralla a arengar a la tropa e incluso participar en la batalla. Para colmo, las enfermedades comienzan a extenderse por el campo del inglés que, convencido de que lo que no puede ser no puede ser, y sobre todo persuadido por la negativa de sus hombres a seguir muriendo en masa a manos de unos enfervorecidos españoles que “luchaban como auténticos dementes” levanta el sitio el 9 de Mayo. Los ingleses se retiraban con 7.000 muertos, 7.500 heridos y 44 de sus barcos haciendo compañía a los peces. Las pérdidas españolas no llegaron al millar.

La victoria de Cartagena de Indias, silenciada dolosamente por los cronistas ingleses de entonces (y por los actuales) dio a España un respiro en la ya inevitable caída de su influencia atlántica, y le aseguró 50 años más de hegemonía en el comercio con América, que se derrumbó estrepitosamente tras Trafalgar. La valentía, arrojo y saber hacer de este vasco inmortal, provocó que el día en que perdieron los ingleses fuese la jornada en la que sufrieron la mayor, más humillante y dolorosa derrota que habían encajado hasta entonces.
Nosotros, por nuestra parte, le hemos dado a Don Blas el mismo trato que reciben tantos de nuestros héroes, ilustres y anónimos: el olvido. A día de hoy se desconoce dónde está enterrado, tras morir a los cinco meses de terminado el sitio como consecuencia de las heridas sufridas y las enfermedades que la batalla dejó en la ciudad.

Un desdén que tuvo su pequeña revancha el día en que los ingleses conmemoraban el segundo centenario de la Batalla de Trafalgar. Al desfile naval que el 21 de Octubre de 2005 celebraba la ocasión, fueron invitadas las armadas española y francesa, derrotadas en la Bahía de Cádiz por Nelson. Alguien tuvo la lucidez de mandar a ese desfile una fragata española, concretamente la F-103, bautizada como “Blas de Lezo”.

Muchos españoles no caímos en la cuenta del magnífico detalle, pero a buen seguro, entre los británicos se torció más de un gesto.

4 comentarios:

  1. Muchos calificarían de reaccionario y patriotero el artículo.

    Yo que he leído otros artículos tuyos mas bien pienso que simplemente reclamas objetividad para la historia de España, proyecto común donde participaron ilustres vascos y catalanes desprovistos de nacionalismos de cantón como ahora.

    Además, como tú nací en el 69, y como tú se puede decir que formo parte de una clase media concienciada de los problemas actuales. Pero ya sabes.... hay otra clase media utópica afanada en reescribir la historia, dividir, y hacernos partícipes de sus diarreas mentales.

    Además ni siquiera soy militante de derechas ni de nada, simplemente un espectador escéptico que sabe que todo sería mas fácil si el mundo se desprendiera de los zahoríes de discursos vacios, magnates especulativos que juegan a la bolsa con valores que inflan 100 veces la economía real...etc...

    Tú eres valiente porque expresas lo que otros vemos con impotencia y ya sin ánimo de crítica, anestesiados por la propaganda progre que nos tilda de "fachas de mierda" y yo no lo soy. SOLO SOY UN CIUDADANO ESCÉPTICO QUE CONOCE SU PAÍS Y SUS GENTES Y LO AMA Y LO QUIERE Y COMO TAL TENGO PENA DE TANTO ORADOR DE FERIA Y DEMÁS INDIVIDUOS QUE SÓLO SIEMBRAN DISCORDIA Y DESENTIERRAN A LOS MUERTOS DE LA GUERRA QUE NUESTROS PADRES Y ABUELOS OCULTARON - CON BUEN CRITERIO - A NUESTRA GENERACION.

    Saludos,

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  2. Buen articulo aunque voy leyendolos con retraso. pues siendo piloto y controlador te imaginaras que ando ocupado en otros menesteres...

    Te recomiendo un libro, (muy dificil de encontrar)
    "Los esploradores españoles del siglo XVI" de CHARLES F. LUMMIS
    Se utilizo como libro de texto en EEUU durante casi tres decadas y aunque esta escrito para jovenes, levanta la moral. Si te interesa, algun dia te contare como llego este americano a enterarse de que España existia. Es conocido sobre todo como uno de los mayores especialistas en lenguas y tradiciones de los indios. Saludos Luis

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  3. Querido Luis:

    Gracias por la reseña, buscaré ese libro.

    Yo, por mi parte, le recomiendo otro:

    "Banderas Lejanas", que nos cuenta la nada conocida historia de nuestros ejércitos,exploradores y colonizadores en Norteamérica.

    Un saludo.

    Oscar.

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  4. Hola Oscar.Si quieres saber más de Blas de Lezo te puedes leer un libro titulado"Blas de Lezo el malquerido".El autor se llama Carlos Alonso y lo puedes encontrar en la librería Robinson en la calle Bárbara de Braganza de Madrid.

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